Político y escritor español
- Considerado como uno de los hombres más cultos de su época.
- Obras: Pepita Jiménez, Juanita la larga...
- Género: Novela, poesía, teatro...
- Padres: José Valera y Viaña, Dolores Alcalá-Galiano y Pareja
- Cónyuges: Dolores Delavat
- Hijos: Carlos, Luis y Carmen
- Nombre: Juan Valera y Alcalá-Galiano
Juan Valera nació el 18 de octubre de 1824 en Cabra, Córdoba, en el seno de una familia aristocrática."El universo con todas sus pompas y hermosuras es un caos para el hombre sin fe"
Juan Valera
Hijo de José Valera y Viaña, oficial de la Marina, y de Dolores Alcalá-Galiano y Pareja, marquesa de la Paniega.
En 1844 obtuvo el título de bachillerato en jurisprudencia. Cursó estudios universitarios en Granada y Madrid.
Entró en el servicio diplomático como acompañante del duque de Rivas, embajador en Nápoles, donde se dedicó a la lectura y al estudio del griego. Llegó a trabajar en diez embajadas españolas en ciudades como San Petersburgo, Río de Janeiro, Washington, Nápoles, Viena o Dresde. Viajó también a Portugal, Rusia, Brasil, Estados Unidos, Bélgica y Austria.
Fue admitido en el año 1861 en la Real Academia Española. Escribió artículos periodísticos y ensayos, tales como Sobre el Quijote (1861) y Estudios críticos sobre literatura, política y costumbres de nuestros días (1864).
Como novelista, fue autor de Pepita Jiménez (1873), Las ilusiones del doctor Faustino (1875), Doña Luz (1879) y Juanita la larga (1895), además fue un prolífico escritor de cartas (más de 4.000).
Contrajo matrimonio en 1867 y las relaciones con su mujer no fueron lo suficientemente satisfactorias, ya que Valera fue gastando parte del caudal que su esposa había aportado al matrimonio. Tuvieron tres hijos: Carlos, Luis y Carmen. Durante el año 1887 residió en Bruselas con su mujer y sus dos hijos; su hijo Luis ocupó el puesto de agregado a la Embajada regida por su padre.
Por un decreto de 5 de marzo, fue jubilado y apartado de toda actividad pública.
Juan Valera falleció en Madrid el 18 de abril de 1905.
Sabías que...
Políglota
Juan Valera hablaba, además de español, inglés, francés, alemán e italiano.Bibliografía básica:
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- Cartas
- Comendador Mendoza, El
- Cuentos, diálogos y fantasías
- Ensayos Poéticos
- Estudios críticos
- Ilusiones del doctor Faustino, Las
- Juanita la larga
- Pasarse de listo
- Pepita Jiménez
- Poesías
Pepita Jiménez(fragmento)
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"Como salí de aquí tan niño y he vuelto hecho un hombre, es singular la impresión que me causan todos estos objetos que guardaba en la memoria. Todo me parece más chico, mucho más chico, pero también más bonito que el recuerdo que tenía. La casa de mi padre, que en mi imaginación era inmensa, es sin duda una gran casa de un rico labrador, pero más pequeña que el Seminario. Lo que ahora comprendo y estimo mejor es el campo de por aquí. Las huertas, sobre todo son deliciosas. ¡Qué sendas tan lindas hay entre ellas! A un lado, y tal vez a ambos, corre el agua cristalina con grato murmullo. Las orillas de las acequias están cubiertas de hierbas olorosas y de flores de mil clases. En un instante puede uno coger un gran ramo de violetas. Dan sombra a estas sendas pomposos y gigantescos nogales, higueras y otros árboles, y forman los vallados la zarzamora, el rosal, el granado y la madreselva. (...) He pensado muchas veces sobre dos métodos opuestos de educación: el de aquéllos que procuran conservar la inocencia, confundiendo la inocencia con la ignorancia y creyendo que el mal no conocido se evita mejor que el conocido, y el de aquéllos que, valerosamente y no bien llegado el discípulo a la edad de la razón, y salva la delicadeza del pudor, le muestran el mal en toda su fealdad horrible y en toda su espantosa desnudez, a fin de que le aborrezca y le evite. Yo entiendo que el mal debe conocerse para estimar mejor la infinita bondad divina, término ideal e inasequible de todo bien nacido deseo. Yo agradezco a usted que me haya hecho conocer, como dice la Escritura, con la miel y la manteca de su enseñanza, todo lo malo y todo lo bueno, a fin de reprobar lo uno y aspirar a lo otro, con discreto ahínco y con pleno conocimiento de causa. Me alegro de no ser cándido y de ir derecho a la virtud, y en cuanto cabe en lo humano, a la perfección, sabedor de todas las tribulaciones, de todas las asperezas que hay en la peregrinación que debemos hacer por este valle de lágrimas y no ignorando tampoco lo llano, lo fácil, lo dulce, lo sembrado de flores que está, en apariencia, el camino que conduce a la perdición y a la muerte eterna. (...) Y, sin embargo, no sé qué extraño temor, qué singular escrúpulo, qué apenas perceptible e indeterminado remordimiento me atormenta ahora, cuando tengo, como antes, como en otros días de mi juventud, como en la misma niñez, alguna efusión de ternura, algún rapto de entusiasmo, al penetrar en una enramada frondosa, al oír el canto del ruiseñor en el silencio de la noche, al escuchar el pío de las golondrinas, al sentir el arrullo enamorado de la tórtola, al ver las flores o al mirar las estrellas. Se me figura a veces que hay en todo esto algo de delectación sensual, algo que me hace olvidar, por un momento al menos, más altas aspiraciones. No quiero yo que en mí el espíritu peque contra la carne; pero no quiero tampoco que la hermosura de la materia, que sus deleites, aun los más delicados, sutiles y aéreos, aun los que más bien por el espíritu que por el cuerpo se perciben, como el silbo delgado del aire fresco cargado de aromas campesinos, como el canto de las aves, como el majestuoso y reposado silencio de las horas nocturnas, en estos jardines y huertas, me distraigan de la contemplación de la superior hermosura, y entibien ni por un momento, mi amor hacia quien ha creado esta armoniosa fábrica del mundo"