Poeta mexicano
- Considerado el primer poeta del Romanticismo mexicano.
- Obras: Manolito el pisaverde, La procesión...
- Género: Poesía, novela, teatro
- Movimiento: Romanticismo
- Padres: José Simón Rodríguez Maldonado y María Ignacia Galván Rivera
Ignacio Rodríguez Galván nació el 12 de marzo de 1816 en Tizayuca, México.
Hijo de José Simón Rodríguez Maldonado y María Ignacia Galván Rivera. Se crio en el seno de una familia de campesinos.
Se trasladó a la capital para trabajar como dependiente en la librería de su tío, el impresor Mariano Galván Rivera.
Aprendió latín, francés e italiano. Colaborador en publicaciones literarias de Veracruz.
Cofundador de la Academia de Letrán. Director del "Calendario de las Señoritas Mexicanas". Fundó el periódico "Año Nuevo" y editó "El Recreo de las Familias". Redactor de la sección literaria del "Diario del Gobierno".
Considerado como el primer romántico nacional, estrenó obras basadas en la época colonial: Muñoz, visitador de México y El privado del virrey.
Fue autor de algunas de las primeras novelas cortas mexicanas como "Manolito el pisaverde".
Ignacio Rodríguez Galván falleció el 25 de julio de 1842 en La Habana, Cuba, a causa de la fiebre amarilla.
Obras
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Novela
- La hija del oidor (1836)
- Manolito el pisaverde (1837)
- El visitador (1838)
- La procesión (1838)
- El secreto (1840)
- La capilla
- Muñoz, visitador de México
- El privado del Virrey
- Tras un mal nos vienen ciento
- La profecía de Guatimoc
- A la muerte de un amigo
- Al baile del señor presidente
- Adiós, oh patria mía
- La gota de hiel
- La inocencia
- Un crimen
Teatro
Poesía
En mi patria no viera
-
Sangre correr por la ciudad y llanos.
Y que entre rabia fiera
Hermanos con hermanos
Hasta hundirse el puñal pugnan insanos
Ni viera la perfidia
De nación, que risueña nos abraza,
Y bramando de envidia
Luego nos amenaza
Y en su mente infernal nos despedaza
Ni viera hombres malvados,
Que sin temer de Dios el alto juicio.
De la ambición guiados
Y el deshonroso vicio,
Despeñan mi nación al precipicio.
Ni con feroz despecho
La miseria, elevándose espantosa,
Cerrar contra su pecho
La humanidad quejosa
Y devorar sus lágrimas ansiosa.
Y el luto y exterminio,
En pos del hambre descarnada y yerta.
Extender su dominio
Sobre la tierra muerta,
Y a la peste letal abrir la puerta.
Feliz, mi caro amigo,
Feliz mil veces tú, que ya en el mundo
El dolor enemigo
Con brazo furibundo
No rompe tus entrañas iracundo.
Dichoso tú, que vives
Entre el gozo, la paz, la bienandanza;
Y no, cual yo, recibes
De amor sin esperanza
Zozobras y martirios sin mudanza.
Y no sientes el yugo
De la suerte pesar sobre tu cuello,
Ni el hombre es tu verdugo,
Ni con ansia un destello
Buscas de la verdad, sin poder vello.
Cuando el mundo habitabas,
Con la voz de amistad consoladora
Las penas aliviabas
De tu amigo, que ahora
Hundido en el pesar tu ausencia llora.