Andrea Mantegna
Pintor italiano
Andrea Mantegna nació en Isola di Carturo, cerca de Vicenza, en 1431.
Su padre fue carpintero y, a los 11 años, se convirtió en aprendiz e hijo adoptivo del pintor Francesco Squarcione en Padua.
En el año 1448 abre su propio taller, y un año más tarde interviene en la decoración de la capilla Ovetari junto a Nicolò Pizollo.
Se trasladó a Venecia para realizar un encargo en la iglesia de los Ermitaños y trabó amistad con la familia Bellini.
En 1452 se casó con Nicolasia, hija de Jacopo y hermana de Giovanni.
Con influencias de la antigua escultura romana y de su contemporáneo Donatello, sus figuras se distinguen por su solidez, rotundidad, volumen, expresividad y precisión anatómica. Entre sus obras destacan la serie de frescos sobre la vida de Santiago y san Cristóbal para la Capilla Ovetari en la Iglesia de los Eremitani (1456), la Presentación en el templo, el San Sebastián de Viena, la Pala de San Zenón, la Muerte de la Virgen, el Triunfo del César (1489), el Parnaso (1497), el Triunfo de la Virtud, la Virgen de la Victoria (1495) y Cristo muerto (1475-1490).
En 1459 se instala en Mantua como pintor de corte de la familia Gonzaga y realiza obras como la decoración de la Cámara de los Esposos en el Palacio Ducal.
Andrea Mantegna falleció el 13 de septiembre de 1506 en Mantua.
El 23 de enero de 2003, la casa de subastas Sotheby's vendió el cuadro "Descenso al Limbo" por 28,5 millones de dólares.
Obras seleccionadas
Frescos con escenas de las vidas de san Juan y san Cristóbal (1454–1457), iglesia Eremitani, Padua
Retablo Virgen y Niño con santos (1457–1459), basílica de San Zenón, Verona
Cristo en el Monte de los Olivos (1460)
Tránsito de la Virgen, o Muerte de la Virgen (1461)
Llegada del cardenal Francesco Gonzaga (h. 1465–1474)
Cámara de los esposos o Cámara de los novios (Camera degli Sposi) (1470), Palacio Ducal de Mantua
Cristo bajando al Limbo
La adoración de los magos
Cristo muerto (1475–1490)
Serie de Los triunfos del César
La Virgen y el Niño con santa María Magdalena y san Juan Bautista
San Sebastián