Dionisio Ridruejo
Político y poeta español
Dionisio Ridruejo nació el 12 de octubre de 1912 en Burgo de Osma, Soria.
Se afilió a Falange Española y al inicio de la Guerra Civil fue nombrado jefe provincial en Valladolid (1937) y jefe del Servicio Nacional de Propaganda (1938). Tras la contienda española, se alistó en la División Azul de Voluntarios españoles contra el comunismo que combatió en Rusia durante la II Guerra Mundial.
En el año 1942 rompe con el partido oficial y dimite de todos sus cargos públicos. Es desterrado a la ciudad de Ronda y Cugat de Vallés (1947). En 1956 participa en un movimiento revolucionario y es encarcelado y procesado.
Ejerció la docencia en Estados Unidos a principios de los años sesenta, y en 1962 acudió al encuentro de Múnich entre dirigentes de la oposición del interior y del exilio. Hubo de exiliarse a París desde ese año hasta 1964. En 1974 fundó la Unión Social Demócrata Española.
Como poeta escribió En once años (1950), Hasta la fecha (1960), Cuaderno catalán (1966), Poesía (1975, póstuma), Casi en prosa (1972), entre otras. En prosa escribió, entre otras, Escrito en España (1962), En algunas ocasiones (1962), Diario de una tregua (1972), Entre literatura y política (1973), Castilla la Vieja (1973-1974), Casi unas memorias (1976) y Sombras y bultos (1977). En 1993 se publicaron sus escritos Memorias de una imaginación.
Dionisio Ridruejo falleció el 29 de junio de 1975 en Madrid.
Obras
Poesía
Plural y singular 1935
Primer libro de amor 1939
Poesía en armas 1940
Fábula de la doncella y el río 1943
Sonetos a la piedra 1943
En la soledad del tiempo 1944
Poesía en armas 1944
Elegías (1943–1945) 1948
En once años. Poesías completas de juventud (1935–1945) 1950
Hasta la fecha 1960
Cuaderno catalán 1965
Casi en prosa 1972
En breve 1975
Prosa
En algunas ocasiones
Escrito en España
Guía de Castilla la Vieja
Diario de una tregua
Casi unas memorias
El valor de la disidencia
Cartas intimas desde el exilio
EL IDILIO QUE SÓLO FUE MIRADA
Es, si en olvidos dolorosos entro,
tu voz jamás oída la que grita.
Fuiste eterno después y eterna cita
que no cumplió el minuto del encuentro.
Como órbita turbada por su centro
que en fugas torna y el contacto evita,
con la certeza del amor escrita,
vivías lejos y latías dentro.
Ni caricia ni voz se conocieron,
ni el aire sospechó nuestros amores
que en un tiempo sin horas se durmieron.
Ojos tuvo el amor, siembra sin flores,
y en aquellos sin llanto que me vieron
aún me verán las lágrimas que llores.