Heberto Padilla
Escritor cubano
Heberto Padilla nació el 20 de enero de 1932 en Pinar del Río, Cuba.
Tuvo cargos directivos de importancia durante la Revolución cubana, principalmente en el área de las relaciones diplomáticas.
En 1968 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba con su libro "Fuera del Juego".
El comité director de la UNEAC estimó que el libro era "contrarrevolucionario" y condenaba su "contenido ideológico".
En 1971, fue encarcelado junto con su esposa, la poeta y escritora Belkis Cuza Malé, acusados por el Departamento de Seguridad del Estado de "actividades subversivas". Gracias a la presión de intelectuales como Sartre, Alberto Moravia, Mario Vargas Llosa y otros, fue liberado y en 1980, autorizado a abandonar Cuba.
Ese mismo año concluyó su novela "En mi jardín pastan los héroes".
Publicó además, Las rosas audaces, 1949, poesía; Buscavidas, 1960, novela; El justo tiempo humano, 1960, poesía y El hombre junto al mar, 1981, poesía.
Heberto Padilla murió en Alabama, Estados Unidos, el 25 de septiembre de 2000, víctima de un ataque al corazón.
En el momento de su fallecimiento, Padilla trabajaba como profesor de Literatura Latinoamericana en la Auburn University.
Bibliografía
Poesía
Las rosas audaces — 1949
El justo tiempo humano — 1962
La hora — 1964
Fuera del juego — 1968
Provocaciones — 1973
Poesía y política — 1974
El hombre junto al mar — 1981
Un puente — una casa de piedra — 1998
Puerta de Golpe — 2013
Una época para hablar — 2013
Narrativa
El buscavidas — novela — 1963
En mi jardín pastan los héroes — 1981
La mala memoria — 1989
Exilios
Madre, todo ha cambiado.
Hasta el otoño es un soplo ruinoso
que abate el bosquecillo.
Ya nada nos protege contra el agua
y la noche.
Todo ha cambiado ya.
La quemadura del aire entra
en mis ojos y en los tuyos,
y aquel niño que oías
correr desde la sala oscura,
yo no ríe.
Ahora todo ha cambiado.
Abre puertas y armarios
para que estalle lejos esa infancia
apaleada en el aire calino;
para que nunca veas el viejo pedregoso
camino de mis manos,
para que no sientas deambular
por las calles de este mundo
ni descubras la casa vacía
de hojas y de hombres
donde el mismo ayer sigue
buscando soledades, anhelos.