María Callas era miope y no toleraba las lentillas y tampoco quería salir a escena con gafas. Se cuenta que una noche de invierno en la Scala de Milán, cantó ante un público integrado mayoritariamente por partidarios acérrimos de la otra gran soprano del momento, Renata Tebaldi. Al término de la representación, éstos bombardearon el escenario con toda clase de frutas y hortalizas. La Callas no se dio cuenta de nada... hasta que se agachó para recoger un manojo de puerros. Sonriente, y digna, se irguió y pidiendo silencio a la sala, preguntó: "¿Dónde consiguen unas verduras tan frescas en invierno?"
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