Sebastian Vettel salió del Red Bull con la cara congestionada para celebrar su tercer campeonato del mundo. Fernando Alonsolo llevó al límite en una carrera espectacular, tremenda, inolvidable. Se juntaron todos los condimentos para mantener pegado al televisor a medio planeta y el resultado coronó al alemán, aunque bien pudo elevar a la cima al español. Button ganó la carrera por delante de un imponente Alonso. Vettel, que vio durante muchas minutos como el título se le escapaba de las manos, terminó finalmente séptimo. Suficiente para celebrar el Mundial por solo tres puntos de ventaja con el asturiano.
Sucedieron tantas cosas y tan diversas que la balanza pudo girar hacia cualquiera. Para empezar, Vettel chocó con Senna en la primera vuelta y empezó la segunda desde la última posición, obligado a remontar.
No le quedó otro remedio que empujar en un ecosistema inhóspito en el que Alonso no cedió un metro. Siempre empujó hacia adelante frente a un trío puntero que dominó casi toda la carrera: el sorprendente Hulkenberg y la pareja de McLaren Hamilton y Button.
La irrupción intermitente de la lluvia alteró sobremanera el desarrollo de la carrera en lo referente al tipo de neumáticos. Alonso siempre navegó en torno al cuarto, quinto y sexto lugar, fuera del objetivo obligado del podio, mientras que Vettel circuló un escalón por detrás, séptimo, octavo o noveno. Al filo de la navaja ambos.
Un coche de seguridad que Alonso reclamó como el "árbitro la hora" acercó al español a la cabeza. Los tres más rápidos se marcharon de nuevo y Vettel se acercó a duras penas al español, siempre en zona de conflicto y con una herida en el costado de su Red Bull.
Su equipo estuvo a punto de dañar las aspiraciones del alemán al ordenarle que entrase en boxes en la vuelta 54. Vettel tuvo que parar dos giros más adelante para montar gomas intermedias y entonces se complicó su existencia. Undécimo, décimo y noveno hasta salvar los muebles en un par de adelantamientos con riesgo sobre Kobayashi y Schumacher.
El accidente final entre Hulkenberg y Hamilton (retirada del inglés, sanción para el alemán) dejó la carrera en manos de Button y el Mundial a tiro de Alonso, segundo y con Vettel noveno. Los puestos que trepó el germano le sirvieron para vivir finalmente en paz y celebrar su título. Le temblaban las piernas al salir del coche, pero lo hizo. Vettel, justo campeón por tercera vez.
Fuente: abc.es
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