Conocida como Piaf (que en francés significa gorrión), estuvo bajo la sombra del infortunio durante toda su vida. Su padre dejó a su madre, una cantante ambulante que sin apoyo tuvo que afrontar el parto ella sola, y cuando salió a la calle por sus propios medios para llegar al hospital, no alcanzó su destino y Edith nació junto a una farola frente al número 72 de la rue de Belleville. Poco después de su alumbramiento sufrió una meningitis que le dejó ciega durante cuatro años.
En sus últimos quince años de vida sufrió tres accidentes de automóvil, una tentativa de suicidio, cuatro tratamientos de desintoxicación, una cura de sueño, tres comas hepáticos, una operación de páncreas, una oclusión intestinal, una crisis de locura, dos delirium tremens, siete operaciones, dos bronconeumonías, un edema de pulmón, se aficionó a las drogas, tuvo una cirugía de úlcera péptica, una extirpación de vesícula biliar, acumulación de agua en la pleura, pulmonía bronquial, cuatro tratamientos contra el alcoholismo, sin contar su reumatismo, que padeció desde los veinte años. El 10 de octubre de 1963, Édith Piaf falleció a los 47 años de edad a causa de una cirrosis debida a su afición al champagne.
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