Cierto día en que el célebre compositor italiano Gioacchino Rossini estaba en París, un organillero ambulante se situó bajo su ventana y tocó una y otra vez una pieza de su célebre El barbero de Sevilla. El músico, harto después de horas de escuchar el mismo fragmento, hizo que le dieran cinco francos para que se fuese, pero tras pensarlo mejor, pidió que subiera a su casa.
-¿Sabe usted dónde vive el maestro Halévy? -le preguntó Rossini al organillero. Para su sorpresa, éste sabía cual era su residencia -. Bien, pues le ofrezco otros diez francos si va a su casa y toca bajo su ventana un fragmento de La hebrea. -Maestro, eso es imposible -dijo el organillero-, fue él quien me pagó para tocar El barbero bajo su ventana.
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