Se cuenta que el filósofo Ludwig Wittgenstein esperaba el tren en la estación de Cambridge junto a una colega. Iniciaron una interesante discusión y, tan enfrascados estaban en ella, que no se dieron cuenta de la salida del tren. Corrieron tratando de alcanzarlo. Wittgenstein consiguió subirse al tren pero la mujer no lo alcanzó. Jadeante y con aire preocupado escuchó a un mozo que le dijo: No se preocupe señorita, dentro de diez minutos sale otro. Ella respondió: Ese no es el problema; él vino a despedirme.
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