El escritor y profesor universitario italiano, Umberto Eco, se alojaba en uno de los mejores hoteles de Frankfurt con motivo de una de las ediciones de la Feria del Libro que se celebran en esa ciudad. En el hotel, cuando llamaban a uno de los clientes por teléfono, enviaban a un botones a pasearse por el vestíbulo y salones de la planta baja, voceando el nombre del huésped en cuestión.
Eco, acompañado por unos amigos, se acercó a un teléfono público cercano y llamó al hotel pidiendo que le pusieran con Marcel Proust, James Joyce o Ernest Hemingway. Regresaban rápidamente al hotel, a tiempo de asistir al incesante paseo del botones por los salones, voceando los nombres de esos escritores fallecidos, para disfrute de Eco y amigos.
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