El doctor Joseph Bell fue profesor de medicina del futuro novelista Arthur Conan Doyle en la Enfermería Real de Edimburgo. Impresionó a sus alumnos no sólo por sus conocimientos médicos sino también por sus sagaces dotes para la deducción: tras un breve vistazo a los pacientes, era capaz de deducir multitud de circunstancias de sus vidas. Años después Conan Doyle admitió haber utilizado la figura de su antiguo profesor para pergeñar la personalidad de su más célebre personaje, Sherlock Holmes. Entre las hazañas detectivescas de este sagaz médico se cuenta, por ejemplo, que descubrió el asesinato de una mujer que su marido trataba de hacer pasar como un accidente doméstico. En efecto, una noche de 1877, Eugène Marie Chantrelle suministró a su esposa, que acababa de firmar una póliza de seguro por 5.000 libras contra muerte accidental, un letal vaso de zumo de limón al que había agregado opio sólido. A la mañana siguiente simuló un escape de gas en la habitación de su esposa para que pareciese que ésa había sido la causa de su muerte. El doctor Bell encontró un rastro de saliva en la almohada de la señora Chartrelle que permitió demostrar que la limonada contenía el veneno y, por tanto, que se trataba de un asesinato, tras lo que no fue difícil desenmascarar al marido.
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