A principios de 1502 aparecieron los primeros síntomas de enfermedad mental en Juana la Loca. Mujer muy atractiva y culta que hablaba cinco idiomas, se casó con Felipe el Hermoso, que le fue infiel, haciendo con sus continuas conquistas de su esposa una mujer insegura. Cuando falleció, Juana paseó por media Castilla el cadáver de su marido para enterrarle en Granada. La consecuente acentuación de su desequilibrio hicieron que Fernando (su padre) asumiera de nuevo el gobierno de Castilla. En 1506 fue recluida en el castillo de Tordesillas, donde pasó el resto de su vida.
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