El magnate estadounidense Howard Roberd Hughes no permitía a nadie entrar en su casa si antes no se le había practicado una desinfección, y cada vez que iba a coger alguna cosa lo hacía con la mano envuelta en un pañuelo. En sus últimos años de vida se alimentó sólo de helados, época en la que acostumbraba a conservar la orina en recipientes que luego archivaba y clasificaba.
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