EL zar Pedro I el Grande, al conocer la infidelidad de su amante, lady Hamilton, la hizo decapitar, pero, enamorado aún de ella, conservó su cabeza en un frasco de alcohol, que mantuvo en su dormitorio durante años como recordatorio y aviso para el resto de sus muchas amantes. Poco después, descubrió que su segunda esposa, Catalina (que le sucedería en el trono como Catalina I, le era infiel con su ayuda de cámara, William Mons. Inmediatamente ordenó que éste fuera decapitado y su cabeza introducida en otro frasco de cristal, colocándolo en el dormitorio de la zarina.
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