En el año 1385 se batieron en un Juicio de Dios y en presencia del rey Carlos VI el Bienamado, dos nobles. Jacques Legris fue acusado por la mujer de Jean Carrouge de haber abusado de ella. Legris resultó vencido y ahorcado. Años después, en el momento de su muerte, otro hombre confesó ser el culpable del delito. Así los Juicios de Dios terminaron en el País, quedando desde entonces los duelos para resolver cuestiones de honor. Durante el siglo XVII se puso de moda y en diez años, fue causa de la muerte, en Francia, de más de ocho mil caballeros. El Cardenal Richelieu, publicó en un edicto en 1626 en el que ambos contendientes eran castigados incluso con la decapitación.
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