San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, fue en su juventud paje de los Reyes Católicos y soldado, famoso entre las mujeres por su apostura y su elegancia y porte en el vestir. Fama de la que sacó provecho hasta los treinta años, edad en que, herido en una pierna en la defensa de la sitiada Pamplona, tuvo que guardar cama durante unos meses. Esa convalecencia le hizo meditar y darse cuenta de que tenía que rectificar su vida. Cosa que hizo en el sentido y con el alcance y éxito que todos conocemos.
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