En la ceremonia de coronación de Nicolás II se prepararon regalos para ser repartidos entre los asistentes. Sin embargo, entre las filas de invitados que esperaban para recoger el presente comenzó a correr el rumor de que no habría bastantes para todos. Ello produjo una incontenible avalancha hacia las mesas dispuestas con los obsequios. La estampida causó cientos de muertos pisoteados y asfixiados por la muchedumbre.
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