Un almuerzo normal del rey Luis XIV podía consistir en "cuatro platos de sopa, un faisán, una perdiz, un gran plato de ensalada, cordero en su salsa, dos lonchas de jamón, una bandeja de pasteles, frutas y huevos duros". La autopsia practicada tras su muerte reveló que su estómago tenía el doble del tamaño normal.
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