Gutenberg pidió un préstamo a su socio Juan Fust. Al no poder pagarlo, Fust se quedó con la imprenta y se apresuró a imprimir muchas Biblias que llevó a París, donde un impreso común costaba 500 coronas de oro. Fust las vendía a 60 coronas y las entregaba de inmediato. Los escribas quedaron pasmados y, al ver las iniciales rojas y brillantes que adornaban sus ejemplares, sospecharon que ese rojo era la sangre del propio Fust, con la cual él sellaba un pacto con el diablo. Fue acusado de hereje y fue detenido. Registrada su casa y su imprenta, aparecieron muchas Biblias con las famosas iniciales "sangrientas". Fust dijo la verdad, que hasta entonces había mantenido en secreto revelando la historia de la invención de Gutenberg. Asombrados los jueces levantaron los cargos que había contra él y la imprenta se propagó por todo el mundo.
© buscabiografias, 1999-2024