Durante muchos siglos, fue una práctica legal común en Gran Bretaña encarcelar a los morosos por tiempo indefinido hasta que abonasen sus deudas (lo cual, para casi todos, resultaba harto difícil estando encarcelados). Incluso se permitía a los deudores condenados instalarse en la cárcel con toda su familia. En la práctica, dichas penas se convertían en muchas ocasiones en cadenas perpetuas. En esa circunstancia pasó sus primeros años el escritor Charles Dickens, lo que luego, por cierto, le permitiría describir tan perfectamente el ambiente carcelario.
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