Para disimular su calvicie, la esposa de Carlos VI, Isabel de Baviera se hacía un peinado altísimo que remataba en un largo cono, llamado Hennin. El peinado, que podía tener 30 a 45 centímetros de alto, fue popularizado por Agnès Sorel, amante de Carlos VII, extendiéndose su uso entre la nobleza hacia 1440.
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