El músico austriaco Joseph Haydn murió en 1809 en Viena. En 1820 sus restos fueron llevados a la aldea de Eisenstadt, donde había vivido durante tres décadas. Pero cuando se abrió el ataúd para el traslado, se comprobó que bajo la peluca blanca ¡no había nada!. Una investigación llegó hasta el círculo frenológico de Viena, discípulos de Franz Joseph Gall, quien sostenía que las facultades mentales y espirituales podían inferirse del estudio de la forma y tamaño del cerebro y del cráneo. Aunque dos frenólogos admitieron haber tenido el cráneo temporalmente en su poder, la policía austriaca no lo pudo localizar. En 1895, apareció entre las posesiones de un profesor de anatomía. A su muerte, sus hijos donaron la reliquia a la Sociedad de Amigos de la Música.
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