A principio del siglo XVII, el champán no existía. Fue el monje Dom Pérignon quien, accidentalmente, descubrió la gasificación y luchó en vano para eliminarla, ya que era entonces signo de mala calidad. Al no lograrlo, se empeñó en clarificar ese vino espumoso y así nació el champán "¡Vengan pronto! ¡Estoy probando las estrellas!, exclamó al probarlo por primera vez!.
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