Alejandro Magno, con catorce años de edad, domó a un caballo salvaje llamado Bucéfalo que nadie conseguía montar. Bucéfalo era de color negro azabache y tenía una estrella blanca en la frente, despertaba el asombro de todos por su belleza, su poderío y su rebeldía. Lo acompañó en todas sus batallas. Entre ambos, construyeron un imperio de más de veinte millones de kilómetros cuadrados.
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