El presidente estadounidense, Barack Obama, se reunió el 16 de julio de 2011 en la Casa Blanca con el líder espiritual de los tibetanos, el Dalai Lama, desoyendo a China para que no se concretase el encuentro. "Es el Presidente de la democracia más grande del mundo y expresó su sincera preocupación por lo que se refiere al respeto de los derechos humanos más elementales y la libertad religiosa en el Tíbet", dijo el Dalai Lama al salir de la sala. El portavoz del Ministerio del Exterior chino, Hong Lei, había dicho oficialmente que su país se oponía firmemente al encuentro. Le pidió al mandatario norteamericano que no haga nada que pudiera interferir con los asuntos internos de China o en las relaciones entre ambas naciones. "Esta reunión muestra el fuerte apoyo del Presidente a favor de la preservación religiosa, cultural y lingüística única en el Tíbet ", respondió la Casa Blanca en un comunicado, para aclarar que las divergencias entre el Dalai Lama y Beijing debían superarse con diálogo.
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