En un pueblo de gente muy bruta, dos mujeres se disputan un niño
- El niño es mío!
- Que no que es mío!
El alcalde, que iba a la Iglesia algunos Domingos, opta por una
solución Salomónica:
- Que llamen al carnicero.
El carnicero viene, y el alcalde le manda cortar al niño en dos
trozos, a lo que el carnicero replica:
- Jamás, No, hombre, no, no puedo hacerlo, es una burrada.
El alcalde concluye:
- ¡Ajá! El niño es del carnicero.
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