El pirata, explorador y consejero real inglés Walter Raleigh, murió decapitado por orden del rey Jacobo I. Su esposa enterró el cuerpo, pero hizo embalsamar su cabeza, conservándola en una bolsa de piel roja que mantuvo a su lado los restantes veintinueve años de su vida. Su hijo, Carew, que cuidó la reliquia hasta que murió en 1666, fue enterrado junto a la cabeza embalsamada de su padre. En 1680 la cabeza de Raleigh vio de nuevo la luz cuando Carew fue exhumado y vuelto a enterrar (con la cabeza de su padre) en West Horley, Surrey.
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