El monje Guido D'Arezzo perfeccionó la escritura musical con la implementación definitiva de líneas horizontales. Después de ensayar varios sistemas se impuso el "pentagrama". También dio nombre a los nombres de las notas. En ese tiempo solía cantarse un himno a San Juan que tenía la particularidad de que cada frase musical empezaba con una nota superior a la que antecedía. Entonces Guido tuvo la idea de emplear las primeras sílabas de cada frase para identificar las notas que con ellas se entonaban. El texto latino de este himno rezaba así:
UT queant laxis
REsonare fibris
MIra gestorum
FAmuli tuorum
SOLve polluti
LAbii reatum,
Sancte Ioannes.
Pronto fue sustituido UT por Do, pues esta sílaba, por terminar en vocal, se adaptaba mejor al canto. Arezzo denominó a este sistema de entonación "solmización", y más tarde, "solfeo".
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