El escritor francés Marcel Proust trabajaba hasta altas horas de la madrugada, acostándose hacia las ocho de la mañana y durmiendo al parecer, completamente vestido, incluso con los guantes puestos, como correspondía a un friolero compulsivo que, por ejemplo, con ocasión de la boda de su hermano, apareció abrigado con tres abrigos, varias bufandas y protección especial para el pecho. Proust era además un hipocondríaco impenitente y extremadamente sensible a los ruidos y a los olores. Por eso aisló su fumigado apartamento parisino con paredes de corcho.
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