En la antigüedad, el temple era un misterio y llegó a convertirse en un rito macabro. Cuentan las leyendas que las espadas fabricadas en Damasco durante la Edad Media eran especialmente apreciadas por su dureza y resistencia, lo que se debía a su temple: los fabricantes introducían, la hoja al rojo vivo en el cuerpo de un prisionero musculoso, entonces su fuerza se transfería a la espada, después la sumergían en agua helada
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