Según parece Cristo fue clavado a la cruz con cuatro clavos. La Emperadora Helena, madre de Constantino el Grande, viajó a Tierra Santa en búsqueda de la "Cruz Verdadera" (la Cruz en la cual murió Jesús). Encontró tres en unas excavaciones, donde se pensó que se encontraba el Calvario. Aplicó cada una de éstas a un enfermo. La cruz que se supone le sanó, llegó a ser considerada la Cruz Verdadera. Junto con los "Clavos Verdaderos", Helena volvió a Europa. De camino, el barco en el cual navegaban fue atrapado por una tempestad para calmarla echó al mar uno. Otros dos se los entregó a Constantino. El cuarto terminó en Georgia como regalo al rey Mirian.
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