A los cuatro años el padre de Catalina Erauso "La monja alférez" la recluyó en un convento, de donde escapó a los quince, tras ser víctima de un abuso sexual por parte de otra monja. Recorrió gran parte de España vestida de hombre hasta embarcar con rumbo a las Américas. Allí fue soldado y debido a su valor fue ascendida a alférez. Mató en duelos y reyertas a muchos hombres, entre ellos a un hermano suyo. Cuando finalmente fue detenida en el Perú herida tras una de sus peleas y le amenazaba el ajusticiamiento, pidió el amparo del obispo y le explicó que era mujer. Recibió del rey Felipe IV una pensión como premio a su valor. Obtuvo permiso del papa para llevar ropas de hombre. Viaja a México, donde instaló un negocio de arriería y vivió como hombre hasta su muerte.
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