Cierto día, un grupo de amigos se reúnen en torno a una mesa. La conversación no da más de sí de modo que uno de ellos propone un juego con "papelitos". Toma una cuartilla, escribe una palabra en uno de sus extremos, la dobla y la pasa al siguiente de la fila sin permitirle leer lo que ha dejado escrito, éste a su vecino de tertulia y así sucesivamente hasta completar la ronda. La primera frase que salió fue "El cadáver - exquisito - beberá - el vino - nuevo". André Breton dijo que el episodio ocurrió en 1925 en una casa de la Rue du Château, donde se alojaban los surrealistas Yves Tanguy y Jacques Prévert. Dos años después el invento se aplicó también en la pintura con similares métodos. Sus personalidades quedaban en un segundo plano frente a una obra en la que primaba lo colectivo y el subconsciente. El "cadáver exquisito" se convirtió así en una actividad frecuente entre los surrealistas que giraban en torno a Breton en el París de los veinte y treinta.
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