Al parecer, Catalina II la Grande, esposa de Pedro III y zarina de todas las Rusias tras destronar a su marido (que murió en circunstancias harto extrañas, a las que ella no fue ajena), gozaba en la época más activa de su vida de un promedio de seis relaciones sexuales al día. Sin embargo sus comienzos matrimoniales no auguraban dicha vorágine sexual. Según parece confirmado, se mantuvo virgen los ocho primeros años de su matrimonio, debido a la fimosis que impedía a su marido serlo cabalmente. Cuando luego se resarció estableciendo el récord comentado, contaba con veinte amantes oficiales, aunque en determinados momentos llegaron a ser hasta ochenta. Entre ellos: el príncipe Sergio Saltikov, Estanislao Poniatovski (que gracias a la ayuda de la zarina llegaría a ser rey de Polonia), Gregorio Orlof, Wasseltchikov y el tuerto Gregorio Potemkin. Entre asalto y asalto, practicaba su segundo placer: el voyeurismo. Se cuenta asimismo que su médico personal, Rogerson, y su alcahueta privada, madame Protas, probaban personalmente a sus amantes antes de aconsejar a su majestad.
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