La esterilidad del rey español Carlos II se pensó que era debida a un hechizo. En el año 1698 se buscó a un exorcista que ratificó la intervención de Lucifer en la mala salud y nula fecundidad del soberano. En realidad fue un plan urdido por el Inquisidor General Rocaberti para recuperar influencias y fortalecer su papel personal en la corte madrileña.
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