Una de las más conocidas aficiones del cardenal Richelieu, además de las de dormir y cuidar gatos, fue la de galantear y sostener aventuras amorosas con cortesanas. Se cuenta que pagó cincuenta mil coronas por pasar una sola noche con la más famosa cortesana de su época, Ninón de Lenclos. Ésta, después de aceptar el dinero, envió a una amiga para que la sustituyese.
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