Escritora cubana
Considerada una de las figuras clave del Romanticismo español.
Obras: Sab, Dos mujeres...
Género: Poesía, novela, teatro
Movimiento: Romanticismo
Padres: Manuel Gómez de Avellaneda y Gil de Taboada; Francisca María del Rosario de Arteaga y Betancourt
Cónyuges: Pedro Sabater (m. 1846), Domingo Verdugo y Massieu (m. 1855)
Parejas: Ignacio de Cepeda y Alcalde, Gabriel García Tassara
Hijos: María
Nombre: María Gertrudis de los Dolores Gómez de Avellaneda y Arteaga
Seudónimo: La Peregrina, La divina Tula, Amadora de Almonte
Gertrudis Gómez de Avellaneda nació el 23 de marzo de 1814 en la antigua ciudad de Santa María de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, Cuba.
Padres
Hija de Francisca María del Rosario de Arteaga y Betancourt, criolla descendiente de vascos y canarios, y de Manuel Gómez de Avellaneda y Gil de Taboada, oficial naval español nacido en Sevilla.Su vida estuvo marcada por las desgracias: el fallecimiento de su padre y un casamiento apresurado de su madre la hicieron dejar su país y viajar a Europa, donde conoció a Víctor Hugo, Chateaubriand y Lord Byron.
La muerte de sus dos maridos y el abandono de su amante cuando estaba embarazada de una niña que nació muerta colaboraron con su sentimiento depresivo y apasionado hacia el espiritismo y periodos de retiro religioso, aunque siempre contó con el apoyo de escritores como José Zorrilla, Fernán Caballero, José de Espronceda, o Alberto Lista.
Escritora
Escribió poesía, novela y teatro. Son importantes sus novelas Guatimozín, último emperador de México (1846) y El cacique de Turmequé (1860).Su compromiso social se hace patente en Sab, considerada la primera novela antiesclavista de las letras españolas y precursora de la novela antiesclavista hispanoamericana.
Su poesía gira en torno al amor desdichado y pesimista, característica observable en algunos de sus sonetos más conocidos: A partir, A él, A la poesía, publicados antes de 1841 y recogidos en un libro de poemas en 1851.
En el teatro, pretendió fundir la tragedia clásica con el drama romántico pero sin caer en los excesos de éste, como en los dramas operísticos Saúl (1849) o Baltasar (1858).
En 1853, presentó su candidatura a la Real Academia Española, sin embargo, los académicos no permitieron que una mujer ocupara una silla reservada para ellos.
Parejas e hija
En 1839 conoció en Sevilla a Ignacio de Cepeda y Alcalde, con el que tuvo una tormentosa relación amorosa. Más tarde se relacionó con el poeta Gabriel García Tassara, que la abandonó cuando estaba embarazada de su hija María o Brenilde, como ella la llamaba. La niña nació muy enferma y murió a los siete meses sin conocer a su padre.El 10 de mayo de 1846, contrajo matrimonio con Pedro Sabater, gobernador civil de Madrid, que falleció el 1 de agosto de ese mismo año, víctima de una grave enfermedad. El 26 de abril de 1856 se casó de nuevo con el coronel Domingo Verdugo y Massieu, un político influyente, fallecido en 1863.
Muerte
Gertrudis Gómez de Avellaneda falleció en Madrid el 1 de febrero de 1873.
«La mujer busca antes de todo el corazón; quiere admirar sin ser deslumbrada; quiere ser dominada sin tiranía; quiere y necesita ser amada».
Gertrudis Gómez de Avellaneda
Obras
Poesías de la señorita Da. Gertrudis Gómez de Avellaneda
Dos mujeres
La baronesa de Joux
Espatolino
El príncipe de Viana
Egilona
Guatimozin, último emperador de Méjico
Saúl
Dolores
Flavio Recaredo
El donativo del Diablo o La velada del Helecho
Errores del corazón
La hija de las flores; o, Todos están locos
La verdad vence apariencias
Errores del corazón
La aventurera
La mano de Dios
La hija del rey René
Oráculos de Talía; o, Los duendes en palacio
Simpatía y antipatía
La flor del ángel (tradición guipuzcoana)
Baltasar
Los tres amores
El artista barquero; o, Los cuatro cinco de junio
Catilina
Devocionario nuevo y completísimo en prosa y en verso
Al partir
(Soneto)
¡Perla del mar! ¡Estrella de Occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.
¡Voy a partir!. . . La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
las velas iza y, pronta a su desvelo,
la brisa acude de tu zona ardiente.
¡Adiós, patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!
¡Adiós!. . . Ya cruje la turgente vela. . .
El ancla se alza. . . El buque, estremecido,
las olas corta y silencioso vuela.