Poeta y dramaturgo español
- Uno de los más destacados representantes del Romanticismo español.
- Obras: Don Álvaro o la fuerza del sino, El crisol de la lealtad...
- Género: Poesía, teatro
- Género: Romanticismo, neoclasicismo
- Padres: Juan Martín Pérez de Saavedra y Ramírez; Dominga Remírez de Baquedano Zúñiga y Quiñones
- Cónyuge: María de la Encarnación Cueto
- Hijos: Enrique Ramírez de Saavedra, Gonzalo de Saavedra y Cueto
- Nombre: Ángel María de Saavedra y Ramírez de Baquedano, III duque de Rivas
Ángel María de Saavedra nació el 10 de marzo de 1791 en Córdoba, España."Perdonad generoso ofensas que están en duda"
Ángel María de Saavedra
Hijo de Dominga Remírez de Baquedano Zúñiga y Quiñones, marquesa de Auñón, de Andía, de Villasinda y de la Rivera del Tajuña, condesa de Sevilla la Nueva, y de Juan Martín Pérez de Saavedra y Ramírez, VI marqués y I duque de Rivas de Saavedra y IV marqués del Villar, grande de España.
Cursó estudios en el Seminario de Nobles de Madrid y posteriormente ingresó en el Ejército.
Sobresalió en la guerra de Independencia contra los franceses en 1808.
Su amistad con Manuel José Quintana le orientó hacia las artes y la participación política liberal.
Fernando VII le condenó a muerte pero escapó a Londres donde conoció la obra de Shakespeare, Walter Scott y Lord Byron; después estuvo en Francia, Italia y Malta. Regresó a España en 1834 tras la muerte del rey y participó de lleno en la vida política; fue embajador en Francia, presidente del Consejo de Estado (1863) y director de la Real Academia Española, desde 1862 hasta su muerte.
Su inicio en la literatura lo hizo con un libro de poemas, Poesías (1814), de corte neoclásico, tal vez por la influencia del poeta español Manuel José Quintana.
Casado con María de la Encarnación Cueto, tuvieron dos hijos, Enrique y Gonzalo.
El Duque de Rivas falleció el 22 de junio de 1865 en Madrid.
Sabías que...
Ópera
La ópera de Giuseppe Verdi, La forza del destino, está inspirada en su obra, Don Álvaro o la fuerza del sino.Obras
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Poesía
Poesías (1814)
Al faro de Malta (1824)
La niña descoloría
Con once heridas mortales
Letrilla
El moro expósito (1834)
Sonetos
A Lucianela
A Dido abandonada
Cual suele en la floresta deliciosa
El álamo derribado
Mísero leño
Ojos divinos
Receta segura
Un buen consejo
Teatro
Aliatar (1816)
Lanuza (1822)
Florinda (1826)
Arias Gonzalo (1827)
El desterrado
Viaje al Vesubio
Los Hércules
El parador de Bailén
El hospedador de provincia
El duque de Aquitania
El faro de Malta (1828)
Don Álvaro o la fuerza del sino (1835)
Tanto vales cuanto tienes (1840)
La morisca de Alajuar (1841)
El desengaño en un sueño (1842)
El crisol de la lealtad(1842)
La azucena milagrosa (1847)
El otoño
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Al bosque y al jardín el crudo aliento
Del otoño robó la verde pompa,
Y la arrastra marchita en remolinos
Por el Árido suelo.
Los árboles y arbustos erizados,
Yertos extienden las desnudas ramas,
Y toman el aspecto pavoroso
De helados esqueletos.
Huyen de ellos las aves asombradas,
Que en torno revolaban bulliciosas,
Y entre las frescas hojas escondidas
Cantaban sus amores,
¿Son ¡ay! los mismos árboles que ha poco
Del sol burlaban el ardor severo,
Y entre apacibles auras se mecían
Hermosos y lozanos?
Pasó su juventud fugaz y breve,
Pasó su juventud, y envejecidos
No pueden sostener las ricas galas
Que les dio primavera.
Y pronto en su lugar el crudo invierno
Les dará nieve rígida en ornato,
Y el jugo, que es la sangre de sus venas,
Hielo será de muerte,
A nosotros los míseros mortales,
A nosotros también nos arrebata
La juventud gallarda y venturosa
Del tiempo la carrera,
Y nos despoja con su mano dura,
Al llegar nuestro otoño, de los dones
De nuestra primavera, y nos desnuda
De sus hermosas galas.
Y huyen de nuestra mente apresurados
Los alegres y dulces pensamientos,
Que en nuestros corazones anidaban
Y nuestras dichas eran.
Y luego la vejez de nieve cubre
Nuestras frentes marchitas, y de hielo
Nuestros áridos miembros, y en las venas
Se nos cuaja la sangre.
Mas ¡ay qué diferencia, cielo santo, Entre esas plantas que caducas creo,
Y el hombre desdichado y miserable!
¡Oh Dios, qué diferencia!!!
Los huracanes pasarán de otoño,
Y pasarán las nieves del invierno.
Y al tornar apacible primavera
Risueña y productora,
Los que miro desnudos esqueletos
Brotarán de sí mismos nueva vida,
Renacerán en juventud lozana,
Vestirán nueva pompa,
Y tornarán las bulliciosas aves
A revolar en torno, y a esconderse
Entre sus frescas hojas, derramando
Deliciosos gorjeos,
Pero a nosotros míseros humanos,
¿Quién nuestra juventud, quién nos devuelve
Sus ilusiones y sus ricas galas?...
Por siempre las perdimos.
¿Quién nos libra del peso de la nieve
Que nuestros miembros débiles abruma?
¿De la horrenda vejez quién nos liberta?...
La mano de la muerte.